Fragmento del capítulo cuatro, “La enfermedad”, de la segunda parte de Caradoc. Se corresponde con la etapa más grave de su internamiento en el Hospital de Marina de Cartagena, como consecuencia de haber contraído las fiebres terciana (una modalidad de paludismo). En esa fase sufre fiebres y alucinaciones. Una de ellas es la que describimos, y remite a sus recuerdos en Eton College de Londres. También se describe su estado de postración en contraposición con su esplendor pasado.
La sala del hospital para
enfermos contagiosos es inmensa, y está completa. Dos filas de camas a ambos
lados de un largo pasillo de cuarenta metros llenan toda la sala que ocupa la
parte Este de la planta baja del Hospital de Marina. El silencio sólo es roto
por los lamentos y las voces delirantes aquí y allá. Las tocas de ala ancha de
las monjas que ayudan a los sanitarios y asisten a los enfermos se cruzan con
las escasas enfermeras y con los médicos que intentan poner cuidados
sintomáticos a los enfermos. Poco más que esto pueden hacer y mantenerlos
aislados de forma antiséptica. La epidemia de paludismo recurrente provocada
por el Almarjal y sus vertidos tiene saturado el hospital en principio pensado
para soldados y convalecientes.
Caradoc yace de forma indiferenciada
del resto en la segunda cama según se entra por la parte norte de la sala, a la
izquierda. Un lienzo colgado de un soporte, a modo de baldaquino elemental, le
aisla. El olor a salfumán lo invade todo. Por lo avanzado de su edad, en
octubre cumple 59, que no siendo mucha ya ha mermado sus músculos y su tejido
nervioso, hace que los esfínteres y la uretra no tengan la elasticidad y
flexibilidad adecuadas. Las consecuencias de ello, junto con el efecto de los antihistamínicos y
el volumen de su próstata, poco cuidada, provocan pocos reflejos, cuando no incontinencia.
No llega a tiempo muchas veces a la vacinilla, y los cuidados no son frecuentes
y mucho menos oportunos. Todo contribuye a que, en general, tenga un estado de
higiene lamentable. No es un caso aislado, las monjas y las enfermeras hacen lo
que pueden, pero esas son las condiciones reinantes y así es realmente el azar
lo que determina en un porcentaje muy alto el desenvolvimiento de las enfermedades
y su desenlace. Aquí el azar se alterna con Dios en la evolución de los
internos… Y en el desenlace de las estancias.
Caradoc corre con la furia de un
chico de 12 años por los pasillos de su planta en Eton. Es perseguido por Sammy
[1]
y cuatro o cinco de los de su clan. Todo ha sido por defender a Perce.
John los sorprendió en los baños gritando, amenazando y
dando golpes en la cabeza y patada en todas partes a Perce.
- Fagot,
you're a fag, and you have to suck our dick!! ... because that's the only thing
you're worth.
La capa negra flota con la furia de la carrera y los
pantalones anchos, tipo spongebag, parece que van a rasgarse con sus rodillas .
Al doblar una esquina se encuentra de golpe con una pierna en la que tropieza y
cae. Desde el suelo ve la mole inmensa de Gregor, el bedel, a quien conocen
como Goalky[2] unos y como Pupprey[3]
otros.
- Ah
little Carady, why are you running? you don't see that you are going to fall
- Pupprey está agachado sobre él, su afilada
cara y sus ojos acerados están a escasos centímetros de los suyos.
- Es
que me persiguen, quieren apalearme porque ellos… ¡Los he sorprendido abusando
de Sheley!
-
¿Le persiguen? ¿quiénes le persiguen? Yo no veo a nadie - Sammy y los suyos han
desaparecido - Me
parece muy imaginativa su excusa. ¡imaginative, imaginative, imaginative!
- Caradoc percibe la palabra
como dos, y haciéndose grave según se hacerca al final, al tiempo que los rasgos
de Pupprey se deforman, la angustia le invade. Se imagina al Dr. Thomas Arnold
de sus lecturas de Tom Brown's
School Days diciendo
de forma engolada esa expresión como dos palabras “imagine native, imagine native, imagine native,…”
Y ve una sucesión de nativos negros bailando una danza tribal como ha oído contar
a los militares coloniales amigos de su padre en las tenidas nocturnas de
conversaciones y whiskies irlandeses, el auténtico uisce beatha, en casa. O al menos así lo imaginaba.
Un tremendo dolor de cabeza le
invade.
- ¡Imagine
native, imagine native, imagine native,… uisce
beatha, uisce beatha, uisce beatha,…!
- las
voces de Caradoc en inglés repitiendo las expresiones del sueño resuenan en el
silencio de la noche en el recinto de la sala del Hospital de Marina.
En el sueño aparece por el pasillo la figura de su amigo y
protector Eddy. “Qué bien este me va a ayudar”, piensa
en el sueño Caradoc.
- Ah
rascal, you got caught. Jerkies are being made, the jerk - Le dice mientras mira a
Mr Gregor. Y se va por el pasillo. Caradoc se queda lívido ante la inesperada
salida y empieza a gritar.
- No,
Eddy, jerk no. Help me! Help me!!
[1]
Sammy es Samuel Jones-Loyd, el banquero de la Banca Loyd. Éste como los
personajes siguientes coincidieron en Eton con Caradoc, y tenían más o menos la
misma edad. Dado lo exiguo de la matrícula de este elitista colegio es de
suponer que convivieron e incluso entablaron una amistad del tipo de las que
son características a estas edades y estas circunstancias.
Así Perce es Percy Bysshe Sheley, el archiconocido
poeta romántico inglés, casado con Lady Sheley y a cuyas tenidas tuvimos
ocasión de ver cómo asistían Lord Howden y la princesa Bagration. Y Eddy es Edward
Smith-Stanley, el XIV Conde de Derby, premier británico de 1858 a 59. Gracias a
él, y a ser colega de Eton, condiscipulo, se arreglan las cosas de Caradoc en Inglaterra
recuperando sus títulos, propiedades y riquezas, con las que construye la Torre Caradoc de Murcia primero y la de Bayona después, también hace que recupere el patrimonio
de su padre, cuadros, alhajas, etc que vienen a Murcia.. Buena parte de ellas
provienen de la venta de la mansión cerca de Leeds (se le conoce actualmente
como Grimston Park. )
vendida en 1851 https://realidadyotrasfabulaciones.blogspot.com/2019/08/la-tercera-casa-caradoc-es-decir-la.html.
En la resolución de los temas económicos también
interviene Samuel Loyd.
[2] De goalkeeper
[3] De puppy
of prey.
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