A esto cabría añadir que posiblemente sea el científico español que más ha influido en el desarrollo de una ciencia en particular y de su método: La Medicina.
Antes que nada, hay que decir que no existe ninguna evidencia de que el ilustre médico y quien suscribe tengan ningún parentesco ni de cerca ni de lejos. La coincidencia de apellidos es pura casualidad, que se sepa.
Ello no impide que quizá sean la curiosidad provocada por esa casualidad y, como veremos después, una cierta dosis de azar las que han contribuido a valorar especialmente al personaje y su historia. Un valor que me ha animado a escribir esto y lo que venga.
Así pues la intención de este post es, en primer lugar y con toda humildad, rescatar en lo posible la figura de Diego Mateo Zapata Mercado del injusto olvido a que han sido sometidas, tanto su figura como su obra, precisamente en su tierra, y reivindicarlas por su dimensión universal. Porque son universales en sentido absoluto, pero también en el ámbito científico. Donde el conocimiento que creó y su método supusieron un punto de inflexión en el desarrollo general de la ciencia y en particular para la medicina. Y como es obvio, siendo esto cierto, indagar sobre las posibles causas del relegamiento que sufrió, y que aún sufre, entre nosotros. También reflexionar si ello constituye un rasgo intrínseco y mefítico de la sociedad murciana
En segundo lugar, señalar la relevancia de sus aportaciones. Fue un filósofo de la ciencia, que así se llamaban los investigadores científicos, y un médico español, un novator, que se adelanta a la corriente de la Ilustración cambiando el método tradicional, característico hasta entonces, de la medicina (el galenismo, entroncado con la filosofía aristotélica, como un sistema de ideas con consistencia lógica y que funcionan en base a modelos teóricos), por lo que se va a configurar a partir de entonces como el método de investigación por excelencia, en conflicto con lo anterior: El empirismo científico.
También se trata de cuestionar una idea simple que funciona entre nosotros: la de asociar la Inquisición Española con algo intrínsecamente reaccionario y perverso (que sin duda lo ha sido en numerosas ocasiones, pero eso no es lo más importante en este caso). La Inquisición fue ante todo un instrumento de poder. También en el mundo de la ciencia. De manera que la influencia que ejerció en el progreso de la sociedad en cada época pudo retrasarla o acelerarla. Así ese instrumento de poder en ocasiones ha servido a élites que objetivamente han jugado un papel de progreso. Pues bien, se trata de poner sobre la mesa cuáles de esos rasgos y de esa naturaleza sobreviven a la época en que nominalmente estuvo vigente la Inquisición, y perviven en las élites de nuestro país hasta nuestros días.
Pero sobre todo, y por último, se trata de adentrarnos en su drama, o en sus dramas personales. Los de una personalidad riquísima en inflexiones y matices que constituye un estereotipo universal positivo considerado en su globalidad, y que precisamente por su riqueza en matices y complejidad es imposible de limitar a un juicio de valor simplista.
Las primera noticias con un mínimo nivel de documentación y de ilustración me llegaron a través de los artículos de Juan Bautista Villar Rodríguez (1970) en la revista Murgetana: “EL DR. DIEGO MATEO ZAPATA (1664-1745) - Medicina y Judaismo en la España Moderna” y “Zapata y San Nicolás de Murcia” (VILAR RAMÍREZ, 1971) Y por supuesto a través del grabado de Goya que refleja, como no podía ser menos tratándose del genio del pintor, el abatimiento y el dolor en una figura donde su gran humanidad se repliega encogida por por las humillaciones que el Santo Oficio le ha infligido, o a través de él sus enemigos, con el claro objetivo de destruir su personalidad, debilitando su carácter, y deshumanizar su imagen:
Zapata tu gloria será eterna. Goya y Lucientes, Francisco de. Derechos de la imagen ©Museo Nacional del Prado. [2]
Pero hasta entonces ese conocimiento sobre Zapata era escaso y sin relevancia, no pasaba de ser la pequeña dosis de erudición, la que no trasciende más allá de una conversación o de un comentario que eventualmente ilustra lo que haces en otro ámbito, como sucede en las charlas y comentarios con las que se ilustran las clases por ejemplo, práctica a la que tan dados somos los docentes. Y que nos hace particularmente pesados ante nuestros hijos y snobs ante los amigos. No tenía mayor trascendencia... Hasta febrero de hace dos años, que tuve una verdadera revelación sobre su alcance.
Fue el encuentro y la posterior amistad, en el transcurso de mi última estancia en la Universidad de Cambridge para presentar un libro de Pensamiento Computacional, con la Dra. Carolin Schmitz, de Münster, Alemania, lo que provocó que retomase el tema, ahora sí, con más fuerza y con la decisión de escribir sobre este personaje.
La Dra. Schmitz es posiblemente una de las mayores especialistas mundiales en la figura de Diego Mateo Zapata. Su vínculo con la obra del murciano comenzó a partir de su tesis doctoral “Los enfermos en la España barroca (1600-1740) y el pluralismo médico: espacios, estrategias y actitudes.”[1]. En el viaje y durante el tiempo que estuve en Cambridge, tuvimos ocasión de charlar largamente sobre el tema. En su transcurso, la especialista alemana, tuvo la generosidad de ponerme al día de lo más sustancial de sus trabajos. En particular de lo que había indagado sobre la figura de Zapata como investigador e innovador de la praxis médica, pero también de la importante línea de investigación que sobre él tenía abierta la Institució Milà i Fontanals, del CSIC en Barcelona. Y como veremos el Dr. Pardo. La gran fuente.
La bibliografía internacional sobre Diego Mateo Zapata, y en particular su importante papel como investigador e innovador de la medicina y de su praxis es muy extensa. A pesar de que en este caso no consideramos todavía la otra vertiente de la producción sobre él como es la legal, la sociológica, o la historiográfica, tanto sobre la Inquisición y los procesos que se le siguieron como a su papel en la sociedad de su tiempo y su peripecia personal. Sin embargo el trabajo monográfico más completo y que resume las investigaciones que se han hecho es, a juicio de Carolin Schmitz, La medicina en España hacia 1700: Diego Mateo Zapata, de José Pardo Tomás.
La obra y la vida de Zapata es muy compleja. Pasó en dos ocasiones por manos de la Inquisición y sufrió tormento y potro, en intensidad no menor que cualquiera otro en circunstancias semejantes, en esaa misma época. No le valieron para nada sus influencias, más bien al contrario. De esta forma transitó entre situaciones extremas: desde tener todo el poder, por ser médico particular de lo más granado de la nobleza y de la corte, como lo fueron los cardenales Portocarrero y Borja, el Marqués de Priego o el Duque de Medinaceli, hasta sufrir la humillación que supusieron entre otras cosas la tortura, la pobreza y las cadenas…. Además fue en dos ocasiones y por razones contrapuestas.
En la página 15 de la citada obra, Pardo (2004) nos da la clave:
“El Santo Oficio fue un aparato de poder político y eclesiástico de extrema dureza represora puesto al servicio de la confesionalidad católica de la monarquía hispánica del Antiguo Régimen, en su estrategia de disciplinar socialmente a los diversos estamentos de la población –aunque en diferente grado– e imponer un control social que pretendía abarcar las conductas, las prácticas religiosas y sociales, y también, lógicamente, los supuestos ideológicos y credenciales en que éstas se basaban. Ahora bien, como complicado y poderoso aparato de disciplina y control social, el Santo Oficio no estuvo exento de avatares que hicieron de su instrumentalización una tentación demasiado fuerte, tanto para servir a otras instancias de poder, como para servir de escenario de resolución de tensiones en el seno de los diversos grupos sociales. Si hemos aprendido a verlo así en el caso de las esferas políticas del poder local o en el caso de las tensiones entre las minorías conversa y morisca (por citar sólo dos ejemplos) ¿por qué no hemos de empezar a verlo así también en el caso de los grupos intelectuales que pugnaban por el control de espacios de prácticas culturales –o científicas, va de soi– en diferentes ámbitos, pero de manera muy singular en la corte o en los círculos académicos?”
Así es como una élite progresista apoyada en la Inquisición acusa a Zapata, en la primera comparecencia, por sus prácticas tradicionalistas que se oponen al cambio:
“Desde ese punto de vista, no sólo no es incomprensible, sino que es perfectamente coherente el hecho de que el joven tradicionalista Zapata arguyera ante sus jueces inquisitoriales que sus delatores habían sido incitados por los principales cabecillas de un grupo cortesano partidario de la renovación científica”
Después, y habría que averiguar por qué, Zapata es el principal impulsor de las nuevas ideas. Obviamente el cambio se manifiesta con el vigor propio de unas ideas perfectamente elaboradas y de unas convicciones profundas. Resultaría simple vincular el cambio con este capítulo.
En definitiva, en la citada obra se pueden ver las claves de su obra y de su vida científica, las que pueden dar de sí para fijar las claves del personaje. En ellas nos basaremos.
Del resto del texto podemos establecer más conclusiones del que podemos extraer un eje central:
1ª Existe una contraposición de ideas científicas en la medicina en esa época. La ciencia médica se debate en un conflicto entre las ideas imperantes hasta entonces: El galenismo, entroncado con la filosofía aristotélica como un sistema de ideas con consistencia lógica y que funcionan en base a modelos teóricos. Eso por un lado y en conflicto con la otra idea: La basada en un empirismo científico. Que eso y no otra cosa es lo que quieren decir términos como “filosofía natural” y “medicina racional philosophica”.
2ª Zapata en su juventud es partidario de la primera y detractor de la segunda. Es tradicionalista, defiende la tradición médica con fuerza y vehemencia. Y sobre todo la respalda con su eficiencia y prestigio como médico. Esto lo hace odiado y objeto de maniobras de poder para desprestigiarlo y a ser posible aniquilarlo.
3ª El sistema, el poder médico es partidario de las ideas científicas empiristas. Como tal poder tiene en sus manos la Inquisición.
Como consecuencia lo importante no es carácter supuestamente reaccionario de la Inquisición. La Inquisición no es reaccionaria per se. La Inquisición es un instrumento de poder y, en este caso, el poder es progresista, entonces la inquisición actúa en favor del progreso, o de las ideas innovadoras de la ciencia contra un Zapata tradicional y conservador. Ello no es óbice para que, como sucedía con más frecuencia, casi siempre, porque el poder por naturaleza es conservador, la Inquisición apoyase el statu quo, como ocurre en la segunda vez en que Zapata es acusado y tratado por el Santo Oficio.
Interesante esta idea como idea divergente y la conclusión de que en todos los casos hay que analizar las situaciones en su naturaleza profunda y singular y no dejarse llevar por patrones preestablecidos.
Referencias
Pardo Tomás, J. (2004) El médico en la palestra. Diego Mateo Zapata (1664-1745) y la ciencia moderna en España. Valladolid, Junta de Castilla y León.
Schmitz, C. (2016). Los enfermos en la España barroca (1600-1740) y el pluralismo médico: espacios, estrategias y actitudes. http://digital.csic.es/bitstream/10261/162679/1/espabarromedi.pdf
Dizionario storico dell’Inquisizione vol. III diretto da Adriano Prosperi con la collaborazione di Vincenzo Lavenia e John Tedeschi. http://digital.csic.es/bitstream/10261/38208/1/CAPITULOS_DE_LIBROS296557%5b1%5d.pdf, https://digital.csic.es/handle/10261/38208
VILAR RAMÍREZ, J. B. (1970). El Dr. Diego Mateo Zapata (1664-1745). Medicina y judaísmo en la España moderna. Revista Mvrgetana. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Academia Alfonso X El Sabio, (34), 5-44. http://www.regmurcia.com/docs/murgetana/N034/N034_001.pdf
VILAR RAMÍREZ, J. B. (1971). Zapata y San Nicolás de Murcia. Murgetana, 37, 47-73. http://www.regmurcia.com/docs/murgetana/N037/N037_004.pdf
[1] Carolin Schmitz - Ingenio (CSIC-UPV) fue galardonada con el "Premio Hernández Morejón" a la mejor tesis doctoral de Historia de la Medicina.
[2] Autorizada para: Ámbito académico, investigación, estudio privado o para la circulación interna dentro de una organización educativa reglada (como una escuela, instituto o universidad) y para publicaciones sin fines de lucro, sitios web personales, blogs y medios sociales
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