Escribir
relatos, cuentos, novelas, guiones... en general prosa literaria, requiere un
talento, un arte, pero también una técnica. Y no es una técnica efectista o de
impacto, como muchas veces quiere hacernos creer la publicidad, que vende la
competencia de ser escritor como si fuera un crecepelo. Tampoco se trata de
compensar déficits psicológicos en plan autoayuda.
Escribir algo
que guste y que sea leído por gente que merezca la pena, es duro, es difícil. Como
primer consejo le sugiero que, para empezar, deje de pensar en usted, piense en
el lector. Por otro lado, otra idea que deben aceptar los críticos y los
lectores, también los gestores de la cultura, es que no partimos de cero. Hay
un saber y una ciencia acumulados por generaciones, tendencias y culturas, con
efectos en el público en su conciencia y en sus crisis. Antes que nosotros hay
al menos cinco mil quinientos años de historia en los que alguien se dirige a
alguien contándoles cosas por escrito utilizando símbolos abstractos, no
ideográficos, como los alfabetos griego, latino o cuneiforme.
Pero como en
todo, la ciencia es capaz de sintetizar. Según Terry Eagleton[1], todos esos siglos,
desde Persia y Babilonia al menos, han dejado claro que hay siete cosas que
confieren calidad a un relato:
· La
profundidad del conocimiento,
· la
verosimilitud,
· la unidad
formal,
· el atractivo
universal,
· la
complejidad moral,
· la inventiva
verbal,
· la visión
imaginativa.
Todos estos
conceptos se han propuesto en un momento u otro como marcas de grandeza
literaria. La cuestión es ¿cómo conseguir habilidades para ello?
En algún
momento daremos respuesta a eso. Ahora nos centramos en otra cosa ¿cómo podemos
inspirar confianza, credibilidad, en nuestro relato? Para ello es básico estar
bien documentado.
En al menos
los cinco primeros elementos anteriores, interviene la documentación en alguna
medida y en alguna forma.
Esto está explicado en un vídeo de Tik Tok[2].
Los críticos y Eagleton
Los que reniegan de las teorías aplicadas a las artes
y a la literatura sólo nos quieren imponer sus gustos de forma subjetiva sin
tomarse la molestia de justificarlo racionalmente. Vean si no los expertos/as
que hacen crítica literaria en los medios.
Hasta Jackson
Pollock tenía normas y principios, aunque, como sucede frecuentemente, ni el
mismo lo sabía: toda su producción tenía la misma dimensión fractal.
Terry
Eagleton[3] nos da la
clave en su obra “Una introducción a la teoría literaria”
"J. M.
Keynes, el economista, observó una vez que los economistas a quienes desagradan
las teorías o que afirman que trabajan mejor sin ellas, simplemente se hallan
dominados por una teoría anterior. Esto también puede aplicarse a los
estudiosos de la literatura y a los críticos. Hay quienes se quejan de que la
teoría literaria es inasequiblemente esotérica y sospechan que se trata de un
enclave arcano y elitista más o menos emparentado con la física nuclear. Es
verdad que una "educación literaria" no fomenta precisamente el
pensamiento analítico; pero también es un hecho que la teoría literaria no es
más difícil que muchas investigaciones teóricas, y bastante más sencilla que
algunas de ellas. Espero que este libro aclare que el tema está al alcance aun
de aquellos que lo consideran por encima de sus posibilidades.
Hay también
estudiosos y críticos que protestan porque la teoría literaria "se
interpone entre el lector y el libro". A esto se responde sencillamente
que sin algún tipo de teoría—así sea irreflexivo e implícito— no sabríamos, en
primer lugar, que es una obra literaria ni como hemos de leerla. La hostilidad
a lo teórico, por lo general, equivale a una oposición hacia las teorías de los
demás y al olvido de las propias. Uno de los fines de este libro consiste en
suprimir esa represión para que podamos recordar."
A esto Peio
H. Riaño[4] en El
Español añade
"El ensayista
Terry Eagleton (Inglaterra, 1943), profesor de teoría cultural en la
Universidad de Manchester, va al grano: la secular tradición de las
universidades como centros de la crítica humana está siendo destruida por su
“conversión en empresas pseudocapitalistas bajo la influencia de una ideología
de gestión brutalmente filistea”.
Si en el
pasado fueron centros de reflexión crítica, ahora están “siendo reducidas a
órganos del mercado”, como las casas de apuestas y los establecimientos de
comida rápida."
[1] Eagleton, Terry. Cómo leer literatura. Buenos Aires: Ariel, 2016. Cap “Valor”
[2] https://www.tiktok.com/@miguel.zapataros/video/7303237815058451744?is_from_webapp=1&sender_device=pc
[3] Una introducción a la teoría literaria. Terry Eagleton
– Prefacio, pág. 4
[4] Peio H. Riaño
en El Español. https://www.elespanol.com/cultura/libros/20170103/183232223_0.html
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