En el capítulo diez, que es
posiblemente el más polémico del libro, Joaquina establece un vínculo en todo
momento entre su situación, la dureza de sus días, con la esperanza de salir de
ella, y la gran dificultad, casi imposibilidad, y el esfuerzo colosal que supone.
No está contenta y es consciente
de su condición, de lo que moralmente significa. También es consciente de que
es casi imposible para ella cambiar su situación. En la sociedad murciana de mediados
del siglo diecinueve el determinismo social es absoluto: Nadie está en una
situación de la vida por contingencias personales o sociales, el ser meretriz
no es un estado, es una condición. Así se conceptualiza socialmente. Esto
Joaquina lo sabe, es consciente de ello, y sabe también que supera sus fuerzas.
Sólo apelando a instancias superiores,
sobrenaturales, puede conseguirlo. Esa encrucijada es difícilmente comprensible
para la gente de la sociedad actual, la del bienestar, pero forma parte de la
naturaleza de las cosas en aquel mundo, no tan lejano por otro lado. Eso se
manifiesta en sus frases y en su compromiso de agradecimiento cuando dice
(Capítulo 10):
- Si el Señor perdonó a María Magdalena
¿por qué no va a hacerlo conmigo? La piedad del Señor es infinita, igual que su
comprensión. Él me ayudara a que supere esta situación, y yo se lo agradeceré.
Poco antes, en el mismo capítulo, se dice que, de
los ingresos que obtiene de su actividad tan poco santa, administrándolos
sabiamente, reserva “una cantidad para limosna en la Virgen de la Caridad,
cuya imagen está a una manzana, en la Iglesia frente al Hospital de la misma
advocación, a pocas manzanas de donde ella vive, en la Cuesta del Maestro Francés,
y cuya vista le inspira especial compasión y devoción.”
Por último en este mismo capítulo confiesa a su
cliente-amante ocasional:
“No obstante, y esta es la última confesión
que le hace Julián, piensa que su suerte cambiará y con la ayuda de Dios saldrá
de esta situación… y tendrá un hogar.”
Este propósito quedará
fehacientemente probado con su actitud y su forma de vivir cuando finalmente se
convierte en la compañera sentimental y administradora del Barón Lord Howden en
su vida diaria. Pero incluso, más allá, el propósito que se hizo en la mala
época queda manifiesto con evidencias para el futuro, más allá de su vida.
Podemos citar dos muestras. Una es la capilla de la Torre Caradoc de Murcia, de
la cual no podemos adjuntar documentos gráficos, pero si contamos con
referencias de gente que la han visto y hablan de su magnificencia incluso en
el estado de ruina actual.
La otra construcción es la
iglesia del Chateau Caradoc de Bayona. Este palacio sí que lo he podido visitar
y admirar su belleza y su porte, en mi viaje reciente a esta ciudad. Y la
iglesia también a pesar de encontrarse en obras.

La iglesia del Chateau
Caradoc como toda la construcción no es cuestión menor. El autor del proyecto y
de la obra es el arquitecto italiano Benedicto Albano, que la realiza
justamente después de concluir las obras y el proyecto del Coven Garden Theatre
y de la Royal Opera House de Londres.
De esta forma debemos la
posteridad tan relevante legado con toda certeza al propósito de agradecimiento
a la divina providencia que, seguramente en aquella época, se hizo la joven
Joaquina Riquelme.
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