Grabado antiguo
con la imagen del Palacio de los Duques del Infantado en Chamartín de la Rosa,
con el aspecto que seguramente tendría en 1850 cuando Lord Howden se alojó en
él a su llegada a Madrid.
En la crónica del
día 5 de agosto de 1850, titulada El
embajador inglés lord Howden, de Francisco Pérez Mateos (León Roch)
incluido en el libro, reeditado en facsímil por la Universidad de Toronto, La Villa y Corte de Madrid en 1850, crónica retrospectiva
de hace tres cuartos de siglo, se recoge la llegada de Caradoc a Madrid, y
hace una reseña de él, en la que dice:
(…) ha llegado a nuestra corte el
representante de Inglaterra, lord Howden, que en breve presentará a la Reina
Isabel sus cartas credenciales, queda de este modo definitivamente terminado el
incidente que determinó una lamentable ruptura de relaciones. El ilustre
diplomático inglés, que es persona muy amable y habla correctamente el español,
(…)
Igualmente
dice que se aloja en el Palacio de los Duques del Infantado, en Chamartín de La
Rosa:
(…) se ha instalado en el palacio de
los duques del Infantado, en Chamartín de la Rosa, donde también se encuentran
pasando el verano distinguidas familias madrileñas.
Este
palacio se conserva hoy día. El que ha desaparecido es el municipio de
Chamartín de la Rosa que se integró en el de Madrid. La mansión podemos
encontrarla en la barriada que hay cerca del Pinar de Chamartín, al otro parte
de la M-30, una vez que se ha cruzado el puente que es continuación de Añastro.
Durante un iempo frecuenté esa parte de Madrid, la de Arturo Soria esquina con
Añastro, lugar al igual agradable que caro de esa ciudad
Actualmente es un complejo constituido por dos
colegios regidos por sendas ódenes religiosas, uno es el Colegio sagrado Corazón al que se
accede desde la calle Santa Magdalena Sofía y cuya ubicación podemos ver en
Google Maps
Lo curioso
es que el lugar tal parece que se construyera destinado a alojar personas claves
en la historia de España. Así fue residencia de la princesa de Éboli y Duquesa
de pastrana, que fue hija del segundo propietario del palacio, de ahí el nombre.
También se alojó en él Napoleón Bonaparte cuando llegó a Madrid a la cabeza de
un ejército de 150.000 para reprimir a los alzados con motivo de los sucesos
del 2 de mayo y para volver a restaurar el orden imperial en España. Confiscó
el palacio a los duques del Infantado y se alojó en él, con su estado mayor,
durante los veinte días que estuvo en Madrid. Por último, como hemos visto,
constituyó la primera residencia de nuestro personaje en Madrid.
Hay que
recordar que precisamente “Napoleón en Chamartín” es como se llama la quinta
novela de la primera serie de Los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós.
También El país le dedicó un artículo
Napoleón tras sufrir la afrenta del levantamiento popular contra
sus tropas el 2 de mayo de 1808, decidió supervisar directamente la reconquista
de Madrid, vino con 150.000 hombres, según Virgilio Pinto, en Madrid militar. Cruzó
Somosierra el 30 de noviembre, y llegó a Madrid, instalándose en Chamartín
donde habitó entre el 2 y el 22 de diciembre de 1808. Según el jesuita Manuel
de Juan, a través de El país, Bonaparte se alojó en la parte del recinto
dedicada al palacio de la princesa de Salm Salm, madre del duque del Infantado
y de la duquesa de Pastrana en esa época. Chamartín era entonces una aldea con
30 vecinos, rodeado por una valla de mampostera. Hay una placa que recuerda la
presencia del corso en Madrid.
Los
duques de Pastrana poseían allí una finca de 12 hectáreas, que fue comprada por
el padre de la princesa de Éboli, amante de Felipe II, y personaje clave de esa
época.
En los dos palacios, de que constaba el complejo, fueron cedidos
en 1859 y 1880, a la congregación del Sagrado Corazón y a la Compañía de Jesús,
respectivamente. Hoy albergan dos colegios respectivamente de las dos órdenes,
cerca del comienzo de la Avenida de Burgos.
Por lo visto fueron las condiciones de seguridad las que
indujeron a adoptarlo como sede a Napoleón, que lo confiscó a la princesa alegando
delito de conspiración del duque contra él.
Allí Bonaparte recibió la capitulación de Madrid, de manos de
Tomás de Morla y del mariscal Fernando de la Vera, en presencia del príncipe de
Neuchâtel.
Parece pues que hay lugares llamados a ser escenario de
acontecimientos o que tiene un especial atractivo para los personajes ilustres,
éste es uno.
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