Howden, Marx, la fuente de Broad Street ... y cómo Snow tira por tierra la Teoría de los Miasmas valiéndose de una forma de pensamiento muy moderna
En el capítulo cinco de la primera parte de Caradoc, Carlos Marx vuelve de enviar su artículo, el que le dedica a Lord Howden en el Daily Tribune de Nueva York y después en su libro "Revolución en España", a su periódico para que salga dentro de quince días. Vuelve desde la Oficina Central de Correos de Londres hasta su pub favorito Glassbrower en el Soho. Pero da un rodeo por la orilla del Támesis. ¿Para qué? Lo explicamos a continuación en el capítulo:
le permite eludir la zona
de Broad Street, hoy conocida por Broadwick Street. En esa parte del Soho
han muerto recientemente, en lo que llevamos de verano de 1854, un número
indeterminado de personas por causas atribuidas a un foco de cólera. Eso es lo
que han dicho la prensa, y sobre todo es lo que se ha corrido en la zona y en
todo Londres. Es una de esas situaciones donde la ciencia entra en conflicto
consigo misma, o al menos con una parte de ella que, basándose en un empirismo
muy de corto alcance, atribuye a la génesis de las cosas sistemas de ideas que
son compatibles con los hechos pero no contrastadas con evidencias. Es la época
del predominio de la teoría de los miasmas como explicación del origen y de la
propagación de las enfermedades o como en este caso de las epidemias. Esta
construcción de ideas satisface al pueblo por lo fácil que es de comprender, y
es asumida en consecuencia por los gobernantes. Las ideas divergentes y los
científicos heterodoxos tienen dificultades para mostrar lo que el método
hipotético deductivo y la evidencia basada en razonamientos no simples pone de
relieve. De ahí el conflicto. En ese tiempo la idea de la transmisión por medio
de gérmenes no es conocida, o al menos no es preeminente como ahora. Se
atribuye a los miasmas, a un estado hipotético de la materia en zonas
profundas, y con la capacidad de producir la enfermedad a quien respira sus
emanaciones. Estas acumulaciones de miasmas tienen emisiones de gases
pestilentes que afloran por determinados lugares, en torno a los cuales
se produce el contagio y por añadidura constituyen los focos de la epidemia.
Marx recuerda las sesiones de la academia de medicina de Londres, donde han
tenido lugar debates sobre el tema, entre partidarios y detractores de estas
teorías, y los que preconizan que son los detritus y las aguas corrompidas las
que, en su mal estado, producen elementos que causan las enfermedades y las
epidemias. La concentración humana producida por la revolución industrial, y la
insuficiencia de los pozos negros tan numerosos y tan cercanos son
insuficientes para que el suelo ejerza su labor depurativa. En una de estas
tenidas ha llamado poderosamente el énfasis, el rigor lógico y la fuerza de la
comunicación del médico John Snow que atribuye la causa de propagación del
cólera al agua de las conducciones de Londres.
Pensemos en un ejemplo de pensamiento
computacional (en una época en que no había ordenadores) utilizado por un lego,
un médico especializado en epidemias, para resolver un problema crucial. Hoy
probablemente esto no podría haber sucedido así. Los programadores no tienen
conocimientos de epidemiología, y los epidemiólogos no tienen por lo general
pensamiento computacional (Koch and Denike, 2009, a través de Raja, 2014).
En 1854 , un médico de
Londres llamado John Snow ayudó a sofocar un brote de cólera que
había matado a 616 vecinos. Dejando de lado la teoría predominante de la
época, la Teoría miasmática
de la enfermedad, que aseguraba que las enfermedades se producían
por emanaciones surgidas del terreno, indagó las costumbres y los rasgos de la
forma de vivir de los enfermos. En un mapa levanto columnas con la ubicación de
los muertos, la frecuencia (¿no nos recuerda un infograma?):
observó que las columnas crecían
alrededor de una bomba de agua en Broad Street en el Soho (ver el mapa) que
además estaba cerca de un pozo negro con fugas. La hipótesis que formuló
es que la causa de la enfermedad estaba en el agua. Implicitamente estaba
aplicando principios que ahora son clásicos de pensamiento computacional
entraron: Cruzar dos conjuntos de datos para obtener un conocimiento nuevo
(cruzar la ubicación de las muertes con las ubicaciones de las bombas de agua),
contrastar el resultado por iteraciones sucesivas y el reconocimiento de
patrones. Cuando se clausuró la bomba el brote cesó.
El día que fue había una gran
asistencia enfebrecida por la diatriba. Presenció la exposición de Snow. El
razonamiento y la forma de expresarlo fue de una fuerza y plasticidad
irrebatible: Sobre un amplio plano de esa zona de la ciudad, fijado con cinta
adhesiva a la pizarra, había dibujado con tinta torres negras, con una altura
proporcional al número de muertes atribuidas a casos de cólera. Esos lugares se
distribuían con una geometría regular, simétrica, en torno a un punto. Ese
punto tenía una característica notable, era la ubicación de una fuente pública
de suministro de agua, se trataba de la fuente de Broad Street. Para él este
razonamiento establecía razones suficientes para inducir que el cólera se
producía a partir de ese lugar y por esa causa. Faltaba contrastar la
hipótesis. Para ello había propuesto y había sido aceptada por la municipalidad
la cancelación de ese punto de suministro. A partir de allí, acompañado por una
masa de fervientes partidarios y curiosos, se dirigieron al punto y dotados con
las herramientas adecuadas cancelaron la fuente. Este hecho quedaría
inmortalizado con grabados y portadas de periódicos de la época. Días después,
unas excavaciones detectaron que una rotura en la conducción del agua había
permitido el contacto entre las aguas fecales que saturaban el suelo en esa
zona, procedentes de los pozos ciegos y el agua potable que emanaba por la
fuente de Broad St. Contaminándola. Subsanado el problema, el número de casos
bajó hasta desaparecer y la hipótesis quedó probada.
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